Nuestra Bodega

 

Bodega Terras Mancas

 

La frase del gran estadista inglés, Arthur Balfour, “el entusiasmo mueve el mundo”, recobra todo su sentido cuando, por primera vez, vemos salir de nuestra bodega la primera botella de vino etiquetada con el nombre TERRAS MANCAS. Es el fruto de una ilusión, el resultado del entusiasmo con el que nos hemos embarcado en nuestra aventura de jóvenes viticultores para convertir en frondosa viña lo que eran tierras descuidadas. Tierras originariamente roturadas hace casi 800 años, a petición de los monjes de Oseira, recuperadas hace algunos años por la cooperativa Bocarribeira y puestas en valor ahora por la ilusión que nos embarga con la producción vinícola TERRAS MANCAS.

 

Todo empezó cuando el primero de los tres que ahora formamos la sociedad inició con sus propias viñas paternas la corta producción de las primeras botellas de vino mimosamente cuidado.

Así fue como la juventud y el entusiasmo de Camilo Castiñeiras Boán abrió su primera bodega en el pequeño pueblo de Soutomanco, de la parroquia de Trasalba, en el Ayuntamiento de Amoeiro (Orense).

 

La extraordinaria acogida que nuestro vino tuvo entre nuestros primeros clientes hizo surgir en nosotros la idea de ampliar nuestra producción y dar el salto a una escala superior: conseguir la denominación de origen para nuestro vino, fruto de nuestras variedades albariño, godello, loureira y treixadura.

 

Este gran salto ocurre cuando a la idea inicial de Camilo, nos unimos los hermanos Pereira: Javier y Jorge. Lo primero fue sumar nuestras tierras a las de nuestro socio Camilo y adquirir en arriendo más de seis hectáreas de la antigua cooperativa Bocarribeira.

Es así como hoy cultivamos cerca de ocho hectáreas de terreno, en la “bocarribeira” de Trasalba, en su caída al río Barbantiño, calentada hasta el último atardecer por los ya debilitados rayos del sol en su ocaso tras los majestuosos castros de San Torcuato y San Ciprián de Las.

 

No hay deseo, ni ilusión, ni entusiasmo más grande para nosotros que escuchar de nuestros clientes, de quienes saboreen nuestro vino, que “valió la pena”. Eso es: valió la pena todo nuestro trabajo; valió la pena nuestro esfuerzo; valió la pena implicar a muchos amigos; valió la pena implicar a muchas familias, especialmente las nuestras… “El entusiasmo mueve el mundo”, como dijo Arthur Balfour, y nosotros de entusiasmo estamos sobrados.